No paro de oír vivir el ahora, y es bien cierto, ya que el pasado me condiciona pero en ningún caso me determina y el futuro, como decía el poeta libanés Khalil Gibran, es la casa del mañana que no puedes visitar ni siquiera en sueños.
Y aquí es donde pongo el “pero” a conciencia, ya que es importante ir mirando al futuro para no perder de vista mi propósito, mi objetivo, igual que no iría paseando y mirando tan solo el siguiente paso, si no que miro más allá, quizás la próxima esquina, fijándome en el camino que tengo por delante, asegurando que mis pasos me llevan allá donde quiero ir.
Vivir el ahora es esencial, vivir el momento justo, ese instante efímero que, cuando me quiero dar cuenta, ya es pasado, el momento que nunca va a volver, sea lo que sea lo que pasara ahí, y también es esencial no perder de vista un poco más allá, no se trata de vivir perpetuamente en el futuro, bien al contrario, mas no podemos obviarlo, ya que se construye desde el hoy.
Sí, cierto, se trata de fluir con lo que pasa en el momento, y también cierto que el propósito que quiero imprimir a mi vida tan solo puede venir de esa mirada ilusionante hacia el mañana, ¿quién quiero ser? ¿qué quiero que haya en mi vida?
Si quiero llegar a un punto determinado en cualquier área, voy a tener que prepararlo, ¿cómo eliminar aquello que me limita? ¿cómo potenciar aquello que me impulsa? Si quiero convertirme en aquella persona en el futuro, ¿qué es lo que tengo que hacer hoy?
Como puedo ver, el presente y el futuro se van solapando, necesito del hoy para ir hacia el mañana, y necesito el mañana para vivir mi hoy, para diseñar aquello que quiero ser, la persona, el profesional en el que me quiero convertir.
Este tiempo de descanso en el que entro en breves días me permitirá vivir a fondo el hoy, como me permitirá hacer balance de lo hecho hasta el momento y ver que es lo que debo cambiar para convertirme en ese ser de mañana que quiero Ser.